Espanto

Cerca del pueblo, donde se hallaba el viejo abedul marchitado, había un riachuelo. Si te quedabas fijamente mirando desde el viejo árbol, podrías distinguir una oscura mancha en el fondo del agua. De ahí dicen en el pueblo, sale una vieja bruja, que siglos atrás ahogaron, y ahora mora cerca de la orilla, para atrapar a la gente que se queda allí tendida. Pero ninguno de nosotros nos atrevemos a quedar allí varados, para provocar a la vieja bruja a salir de su madriguera, y comprobar sin son ciertos los relatos. Pero es colosal el morbo de verla, y minúscula la osadía a reprenderla. Así que el pequeño Jeremías ha sido votado; para quedarse allí parado. Y nosotros allí junto al árbol, esperamos a ese espanto. Pero aburridos nos quedamos, y Jeremías ya se ha hartado. Que dice no le da la gana de esperar más, que se quiere ir con su mamá: y a nosotros que dos de morcilla. Pero unas largas y horribles manos, al pequeño Jeremías han atrapado. Y una horrenda cara, del agua ha asomado. Estupefactos nos quedamos, al ver al pobre niño arrastrado. A la vieja se le hace la boca agua, con la cena que le aguarda, y nosotros aterrados, nos hemos quedado petrificados. Y cuando la bruja al niño ya ha secuestrado, y las aguas amansado, salimos corriendo como alma que lleva el diablo. Pero peores son nuestros padres, que no se lo han creído ¡Y dicen que hemos mentido! Si han sido ellos quienes nos han contados esas historias horrorosas y nosotros jamás inventamos tales cosas. Así que el pequeño Jeremías de banquete sirvió, y nosotros, por mentirosos, la cena se nos negó.

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