Cada Paso

Al salir de su casa y poner un pie sobre la acera, una vertiente de pensamientos reprimidos le asaltó en el camino.

“Cada paso que doy hacia mi destino, en esta hora tan temprana, me hace ser cada vez más consciente de la responsabilidad que allí me aguarda. Las dudas me asaltan, igual que una comitiva de dedos que me señalan y murmullan: “No da la talla”, “Conducirá el mundo a la ruina”, “Le falta experiencia”, “Abandonará…”.
Es una misión importante; primordial; el destino de la humanidad está en mis manos y éstas tiemblan de inseguridad. Cada paso que doy acelera mi corazón, cada paso con su voz, me apremia con palabras inquietas a que tenga valor.
La gente ya se une en mi camino; cuantas caras que no me conocen aún, pero que pronto me acusaran o felicitaran por mis actos. ¡No puedo cargar con toda esa responsabilidad! Pero no me quiero engañar, digan lo que digan, para mucha gente dependerá tan sólo de mí. Y, ahora que casi he llegado, mi corazón galopa… ¡Bah! Nuestras funciones naturales están sobrevaloradas. Yo soy forjador del destino, y no me condenaré a la vergüenza de la derrota.
Cada paso que doy, me susurra con anhelo: “Caminamos por el más honorable de los senderos”. Y haré honra de mi destino, no permitiendo jamás que nada perturbe mi camino.”

Y llegando a la puerta del edificio, el nuevo maestro dio la bienvenida con una sonrisa a todos aquellos niños, de los que alguna día, ellos se encargarán de hacer el mundo girar.

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